¿Seguimos pensando que somos “Homo Economicus”?

  • 11
  • Jul

¿Seguimos pensando que somos “Homo Economicus”?

  • Publicado el 11.Jul.17
  • por Raquel Ruiz

Según muchas fuentes económicas el hombre es “un agente racional e interesado que desea riqueza, evita el trabajo innecesario, y posee la capacidad de emitir juicios conforme a esos fines”

Esto es cuanto menos razonable. Ahora para que fuera así las decisiones deberían ser racionales o por lo menos la mayoría de ellas, evaluando los costes y beneficios de cada operación o decisión a tomar.

Lo que sí se sabe, es que podemos ser racionales, pero rara vez ocurre, y sobre todo ocurre cuando tenemos un buen día.

¿Cuántos buenos días y estados de ánimo positivo, tenemos? Al referirme a estado positivo como la búsqueda de soluciones a lo que acontece.

Si fuéramos tan racionales lo normal es que eligiéramos pensando en los beneficios y costes, pero hay términos relativos que nos pesan a la hora de tomar decisiones.

La gente por ejemplo, se inclina menos a donar dinero a las organizaciones benéficas si tiene hambre, que si esta saciado.

Si fuéramos tan racionales y nuestro autodominio fuera superior, nos dedicaríamos ahorrar dinero todo el año, pero la tentación del presente, pesa más que la realidad abstracta del futuro.

Ahora influye y mucho el cómo los problemas se plantean, porque el contexto nos influye.

Con cambiar una palabra nuestra elección puede cambiar. No es lo mismo “impuesto de defunción” que “impuesto de sucesiones”. La muerte es un hecho para todos, pero el impuesto de sucesión, parece solo para algunos.

Valoramos más el presente que el futuro, cuanta más ceca la tentación más difícil es de controlarse o resistirse a ella.

Aplicamos constantemente la tasa de descuento a pesar de que hoy es fácil comprar comida incluso por la noche. Vivir como si el mañana no existiera.

Parece más barato un euro hoy, que un euro cincuenta dentro de un mes. O dejamos de ir al gimnasio por ver una película, o comemos patatas como si no hubiera un mañana.

Prescindimos de nuestro sistema deliberado cuando estamos apremiados, cansados, distraídos…porque el sistema deliberado necesita acto de voluntad.

Pero aún queda que hablemos de la emoción, no tanto que dependemos de ella, sino de cómo la emoción influye en el sistema deliberado.

Un estudio se enseñó a los sujetos una cara feliz, triste o neutra, durante una sexagésima de segundo. A continuación, se les pidió que bebieran una nueva bebida de lima y limón. Los sujetos bebieron más lima y limón después de ver caras felices que después de ver caras tristes, y se mostraron dispuestos a pagar el doble por el privilegio (Winkielman y Ritov, 2004)

La cara feliz nos lleva a activas asociaciones que nos lleva a ver algo como agradable, y en cambio una cara triste activa asociaciones que nos llevan a rechazar la bebida.

Si fuéramos tan racionales no nos dejaríamos influir por el contexto, por el presente inmediato, por las emociones….

Conocer nuestro cerebro nos ayuda a conocernos, y conocer a los demás, aquellos que dirigimos, formamos y son parte de nuestros equipos de trabajo.